Páginas

El poder de decidir

Esta semana tuvimos que hacer un trabajo en clase a raíz de la polémica reforma de la ley del aborto. El ejercicio consistía en escribir una carta a una joven embarazada, declarándonos a favor o en contra de la interrupción del embarazo. Aunque yo generalmente no suelo meterme en debates políticos, reconozco que me gustó el resultado de lo que hice así que le pedí permiso al profe para subirlo al blog.
Aquí os lo dejo, pues:




Quizás nunca pensaste que te llegaría el día en el que tendrías que dividirte en dos y pensar en alguien que no fueses tú misma. Quizás pensaste que ese momento llegaría, pero en un futuro muy lejano. Quizás simplemente creías que algo así no te pasaría a ti. O quizás sí lo pensaste muchas veces, y por ello, tenías una firme convicción que ahora notas cómo empieza a flaquear. Pues bien, olvidémonos de los quizás porque ese momento ha llegado y lo sabes.

Lo que ahora vives es complicado y la situación de nuestro país no es la mejor. El futuro de España aún es visto como una montaña empinada, haciendo que sean muchos los que saltan de la misma cada día. Pero dejando a un lado cuestiones económicas y laborales, también vivimos unos meses agitados por la aparición de una reforma de ley que esperabas nunca tener que enfrentar. Los último años, lás jóvenes españolas hemos crecido con la tranquilidad de que si nos veíamos en la situación de un embarazo inesperado, tendríamos un mullido colchón legal en el que apoyarnos para poder tomar la decisión que creyésemos adecuada. Ahora ese colchón se está endureciendo y no sabemos qué golpe será el que nos duela más.

Es el momento de pensar por uno mismo, lo que no quiere decir que haya que pensar únicamente en uno mismo. La moneda de la vida real tiene más de dos caras, ésta no es una lucha con un único ganador: tu vida o la de tu hijo. Puedes decidir seguir adelante y sentir miedo al principio, pero luego darte cuenta de que tu hijo es lo más maravilloso que te ha pasado nunca y que valieron la pena todas esas noches sin salir para cuidarle o el no haber podido terminar la que era la carrera de tus sueños. Pero también puedes seguir adelante y que algo vaya mal, que tu bebé tenga una vida impedida por cualquier enfermedad que os haga sufrir a ambos. Otra opción es que a pesar de tener un niño sano, tú sufras por todo lo que dejas atrás (y delante) o directamente te niegues a hacerlo y entonces sea él quien acabe afectado por tu sufrimiento, por tu abandono, por tu miedo.

Por otro lado – de los muchos que tiene nuestra moneda – podrías interrumpir el embarazo y seguir como si nada hubiese ocurrido. Pero también podrías pasarte la vida preguntándote cómo sería él, o ella. Y por supuesto que podrías estar agradecida siempre a ti misma de haberlo parado a tiempo, de haber aprovechado la vida a tu manera y haber encontrado el momento y la persona exactos para dejar que otro ser llegue al mundo, quizás con los mismos miedos pero con muchas más ganas de afrontarlos. Por supuesto, siempre quedan otras alternativas como darlo en adopción.

Aunque parezca increíble, todas estas caras de las que hemos hablado pertenecen a la misma moneda. Quizás te preguntes que cómo soy capaz de afirmar algo así, pero te lo demostraré: en todas ellas está el verbo poder. Y es que esa es la clave fundamental, que tú puedas decidir sin leyes, sin morales, sin presiones y sobretodo sin miedo. Quizás decidas sacrificar tu vida por la de tu hijo, quizás decidas sacrificar la suya por ti. Toda decisión es respetable, válida y le pertenece a quien la toma. Es por ello que lo que aquí proclamo es la libertad de decisión, el derecho a hacerlo. No me importa el paso final que des, pero sí cómo lo hagas. Y si algún día fuese yo quien recibiese esta carta, lo único que espero es que en el mismo momento pueda decir sin miedo que “yo tengo el poder de decidir”. 

0 comentarios:

Publicar un comentario