Es habitual que cuando escribo algo la gente de mi alrededor me pregunte si lo he hecho yo, si me ha pasado o si es lo que siento. Y yo creo que eso es lo de menos, en realidad. Yo escribo, escribo sobre sentimientos que conozco, conocí o que me invento. Escribo porque me desahoga y porque, si no me equivoco, se me da bien.
Escribo porque normalmente no tengo a nadie que me escuche, o porque no quiero que me escuche nadie... porque nadie me entiende, o porque todos lo hacen. La gente me dice: solo con leerte ya nos sabemos toda tu vida. Puede que sea verdad, o puede que sepan lo que yo quiero que sepan. Probablemente me da igual.
Me gusta pensar que la gente se reconoce cuando lee algo mío, sea real o no, porque me hace sentirme menos sola, más comprendida. Me gusta que la gente se preocupe y me pregunte "¿qué te pasa?", y yo reponda "nada, sólo me apetecía escribir", pero por dentro pienso "¿qué te pasa a ti?".
Y es que creo que esa es la clave, no te preguntes con qué parte de mi vida se identifica lo que lees, si no con qué parte de la tuya. Quizás así seamos dos los que ahuyentemos a la soledad, los que nos comprendamos.
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