las lágrimas ruedan por sus mejillas mientras lee por última vez el arrugado guión. sabe que es el definitivo, que a partir de ahora no debe dar un paso en falso o no podrá levantarse tras la caída
comienza a sonar la música que anuncia su salida, ya no hay marcha atrás. deja caer los viejos papeles sobre la alfombra. se retoca el maquillaje en el espejo evitando cuidadosamente mirarse a los ojos y no leer así la desolación en ellos
los violines suenan cada vez más alto, sabe que no tiene otra solución, la función debe continuar. cuando el escenario queda en silencio solo se oyen sus pasos tras el telón, tan pausados que parecen no querer llegar nunca a su destino. al fin el silencio es absoluto y el telón comienza a ascender lentamente
milésimas de segundo antes de que el gran foco derrame su luz sobre ella ya tiene pintada en su cara la más bella sonrisa, cuyo resplandor no dejará que nadie, nunca, pueda fijarse en las lágrimas de su corazón.
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